EL VALLENATO

viernes, 28 de octubre de 2011

BIBLIOGRAFIA DE ALEJANDRO DURAN


Hace milagros! Dicen unos; otros aseguran que concede peticiones y que más de uno ha solucionado su problema económico pidiéndole a Alejo. El más pícaro afirma que invocándolo le ayuda a conseguir mujeres. Lo cierto es que su tumba es visitada continuamente y mucha gente se detiene en el cementerio a elevar una plegaria o a pedirle un favor... Allí le dejan presentes, flores, monedas y le encienden velas en señal de veneración, respeto y cariño. Sus amigos siguen celebrando el 9 de Febrero - fecha del aniversario de su nacimiento - en su compañía. Se reúnen, prenden los equipos de sonido, toman trago y festejan... con Alejo presente.La magia de estos hechos de profundo contenido espiritual, nos permite entender la identificación de un pueblo con el lenguaje que propago a través de su música. Es el mito vigente en sus actos, en sus vivencias y el que les alegra el espíritu cuando los motivos son para celebrar. Ya no sólo escuchan al hombre cantando, es el hombre y el mito fundidos en un solo ser ultradimensional, el que les ayuda a que se cumplan los deseos, se satisfagan los gustos, se sosieguen las ansias, las nostalgias, los quereres... Es a través de la fuerza de los mensajes contenidos en sus cantos como discurren los lamentos, la picardía, los amores y las ganas de vivir...Entonces la existencia tiene validez y las cosas adquieren su razón de ser. Por eso el viajero y el trashumante se identifican con sus corredurías, con la forma de vida que el Negro tuvo; el mujeriego tiene un espejo donde mirarse y con su ego dilapidado busca y rebusca nuevos quereres; el vaquero sinuano, el coleador llanero y el ancestral enlazador del magdalena Grande, siguen con sus cantos arreando reses y sacando trampazos a los novillos. En Corozal un matarife que cargaba el disco debajo del brazo, se arruino escuchando, sin descanso durante un mes "La cachucha bacana"; en Lorica, un bohemio desconsolado tomo trago una semana, en una cantina, al pie de un traganíquel colocando solo a " Fidelina", el paseo que identificaba sus pesares y su despecho. En un pueblo de Magdalena, una mujer le recomendó a Alejo Duran, que no se enfrentara a Alejandro Durán, "porque a ese hombre tocando acordeón no había quien le ganara".Alejandro Duran no bebía ron. Su decisión de no beber trago fue siempre respetada. Para los no bebedores el Negro fue un paradigma; eso, de por sí, lo colocaba por encima de los demas en la parranda. Muchos interrogantes se tejieron buscando la razón de porque, siendo músico, animador de fiestas, y mujeriego hasta la saciedad, el hombre no tomaba. En la intimidad una mujer complacida le dijo en una ocasión: "¡Alejo, emborráchate para que me digas que me quieres, aunque sea de mentira!". Él por su parte alegaba que era abstemio porque había presenciado escenas familiares muy cercanas, donde los hombres borrachos maltrataban a las mujeres. Tomás Caballero Corvacho cuanta que Alejo le confesó la razón por la que había dejado de tomar trago "... En una parranda, en sus años mozos, se emborrachó y perdió el rumbo; entonces levantó a trompadas a su mejor amigo de esa época; con su descomunal fuerza de vaquero le causo serias lesiones personales, hecho que le preocupó mucho. A raíz de este incidente no volvió a beber, promesa que cumplió hasta el día de su muerte". El mito guarda la pureza del hombre, de su alma y de su corazónEn Alejo el narrador, esta la memoria de una gran porción de nuestro territorio - la costa atlántica - y a través de sus canciones, la explicación histórica y sentimental se llena de magia y encanto. "Alicia" es un lamento, - hay que lamentarla - decía, y así lo hizo. De tal fuerza que cuando los hombres sufren intensos dolores de cariño, se acompañan de buen ron y de la apesadumbrada nota de Alejando Duran
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